El hombre pasa, la puerta se cierra.
La chica de rodete torcido se conecta a su auricular.
Pasan las cuadras.
Camina con cuidado,
en una semana casi la pisan dos veces.
Se acomoda el flequillo.
Pasa la gente que la mira,
quizás porque sea llamativa,
quizás porque lleva la camisa rota
apenas arremangada, a pesar del calor.
Pasa un parque.
Tan verde debería ser,
y tan amarillo está,
tierra revuelta y botellas por ahí y por allá.
Un nene pasa con su bolsita,
la chica de la camisa rota piensa,
"en un mundo justo,
esa bolsa tendría caramelos, no pegamento".
Pero a nadie parece importarle,
sólo alejan el bolso de su alcance.
No llega a la esquina
y encuentra al hombre,
para todos, loco.
ordenando por sexta vez todos los pomos,
cepillos y trapos con los que, hace tiempo ya,
limpiaba zapatos.
Canta una canción de su propia creación,
Cada estrofa con su ritmo,
todas en idioma inventado.
Llega al lugar, toca timbre,
sube las escaleras y cierra la puerta.
Fin del trayecto.
miércoles, 9 de marzo de 2011
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qué lindo
ResponderEliminarMe ha encantado!!!
ResponderEliminarMe gusta mucho la manera en que contas tus cosas, en especial las cotidianas. Que andes bien, besos:)
ResponderEliminarPufff pasan tantas cosas en la calle, tantas cosas que contar en unas cuadras.
ResponderEliminaresa es basicamente la idea
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