La gente va distraída, mirando la nada y a nadie.
Llegando siempre tarde, o fingiendolo,
y así parecer más importantes y atareados.
Pero nunca nadie se fija (o quizás ni les importe),
en los relojes desparramados por toda la ciudad.
En esquinas de avenidas llenas de gente,
que miran el semáforo,
cruzan, se quejan o hablan por celular.
Miran su pulsera haciendo tic-tac,
pero nunca el gran armatoste con manecillas,
que lo único que quiere es un poco de atención.
Conté cuatro o cinco, falsamente ocultos,
Acompañandome en los recorridos,
perdonándome cuando me enojo
porque no están donde supuestamente los dejé,
y un par de cuadras más adelante,
me acuerdo que era mentira, que ahí pertenecen
y otra vez me confundí.
Me gusta creer que yo sola conosco su existencia.
Me gusta jugar a que es nuetro secreto, entre la urbe y yo.
jueves, 17 de marzo de 2011
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Qué lindo!
ResponderEliminarmuy interesante :)
ResponderEliminarescribís hermoso, muy lindo
ResponderEliminarinstrucciones para dar cuerda a un reloj de celular.
ResponderEliminarel otro día caminando por florida me paso algo muy parecido,y estoy muy de acuerdo con lo que decís.
ResponderEliminarhay tantas cosas qe pasamos de largo por estar tán a la vista y tán accesibles u.u
ResponderEliminarbuenos aires merece sin duda qe lo veámoss como debe ser (como si fueramos europeos de visita) no tratarlo de largo así u.u
¿Viste que hay algunos de esos relojes antiguos que hay en algunos lugares de la ciudad que abajo tienen un cartel que dice 'Felices horas Buenos Aires'? Me re emociona.
ResponderEliminarprecioso en serio :)
ResponderEliminarmuy bello
ResponderEliminar:)