Situaciones insostenibles vol. 1

Navidad y su práctica.
Siempre sola, aislada.
A un puente de las edades cercanas en mi familia.
No me puedo incluir en ningún mundo.
Nos vestimos lindos y nos sentamos a comer.
Luego retiramos los platos, nos quejamos de como comimos
y servimos el postre... los postres.
De pronto se hace tarde y junto al úlimo bocado de helado
aparece la sidra, el ananá,
el desagradable pan dulce y las frutas secas con chocolate (a pesar del calor),
Brindis, y unas treinta copas suman el total de familiares, de los íntimos.
Los nenes que cada vez son los menos abriendo sus regalitos,
Papa Nuel que se olvidó y no me llevó ni el carboncito para el asado.
Seguro que me porté mal.
Nos asomamos a ver los fueguitos de colores,
que cada año son menos y más insulsos.
Se terminan. Se acabó la joda.
El tiempo pasa como porotos en un reloj de arena.
Cuando tengo planes, se me (me los) desgastan. Es norma.
Y el tiempo pasa muy lento, me aburro y no se que hacer.
Y el tiempo pasa muy rápido y ya no se como amoldarme.
Entonces empezamos con las peleas internas progenitor-cría.
Ninguno da el brazo a torser y, afrontemoslo,
ambos con un discurso disparatadamente absurdo,
totalmente carente de sentido... estúpidos.
Y eso que este año intenté no molestar tanto
y evitar la batalla campal del año pasado.
Pero al parecer todavía no sabemos llegar a un acuerdo,
un punto medio para que ambas partes logremos vivir
aunque sea una nochebuena buena.
Situación insostenible, nos reencontramos en Fin de Año.